
Todavía recuerdo lo que me costó aprender el tra tre tri tro tru. Creo que estaba en la cartilla número 4, la lección tenía poco más que las tes, las erres, las vocales y unos cerditos de color rosa.


Pero a quién no le cuesta aquello de: tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal...
Los de mi quinta, sexta, séptima y alguno más íbamos a parvulitos en San Adrián, en el Escolar. Si si, ese edificio tan viejo pero qué tantos niños ha visto pasar. Ahora en manos privadas, pero en el escolar se aprendía a leer y a escribir, a mear como niños siendo niñas; en esos agujeros llamados baño, allí también nos disfrazábamos de Alaska con mallas negras, camisetas XXL y el pelo cardado para cantar el "bailando, me paso el día bailando..." en los festivales que organizaba la asociación de vecinos, los premios de los concursos de dibujo y de las carreras populares también se daban allí, cuando cumplías los 18 votabas allí también, vamos, que todos han pasado por allí en alguna ocasión.

Pero,¿qué era lo peor para una niña?
Pues sentarse al lado de un niño. El problema es que de mi edad eran todos chicos así que refunfuñaba pero al final me tenía que sentar con uno. A veces con Ricardo, otras con Ramón. La profe era María José, vivía cerquita del escolar, en el Vixildo. Era muy buena profesora. Mi primera profesora. Siempre le he tenido mucho cariño.
Mi memoria es mala. Tengo muy pocos recuerdos de párvulos. Me acuerdo más de cuando iba a buscar a Jose a clase, su profesora era Loli la peluquera.
Qué mano tenía, para los niños y para las manualidades. Los pompones, el reciclaje de los rollos de papel, las láminas con papel de charol, los cuadros hechos de macarrones pintados, los mapas con estrellitas y, aquellos botes tan bonitos de colores. Se hacían con sal y rallando tizas de colores. No sé si todavía están de moda y se siguen haciendo. Azú tienes alguno en casa?

Los recreos se pasaban balanceándose de un lado a otro. En los columpios te empujabas hasta intentar dar la vuelta o jugabas a tirarte con el columpio arriba. Seguro que todavía están los agujeros que siempre había debajo de los columpios, en las lanchitas, en los toboganes, en el que daba vueltas alrededor !qué mareo!, en el sube-baja.
Cuando nos aburríamos jugábamos al escondite detrás de las palmeras; recuerdo cubano del heredero, en versión española e inglesa,
- 1-2-3 zapatito inglés
- por mi y por todos mis compañeros
- arggggg... otra vez, eso no vale, siempre tengo que pandar yo
Con los años la puerta oxidada de la entrada no parecía tan grande, las escaleras eran fáciles de subir de dos en dos, el tobogán verde no era para tanto y los "mayores" se escondían a fumar por la parte de atrás.
Ahora el escolar está lleno de maleza, ya no es nuestro. Se caerán sus muros, su puerta grande y dejarán de recordarlo los niños y niñas de aquel momento. Ese día, perderá su nombre...
El escolar histórico