Cerré la taquilla 282, puse la chaqueta y antes de salir del Centro Comercial donde voy todos los días a caminar un ratillo en la máquina trotadora, así le llama Andrea una chilena ahora polaca como yo, pasé por el supermercado. La compra de hoy era rápida, un poco de pan, aquí casi siempre llevan semillas de lino, de calabaza, de amapola. Me compré dos bollos pequeños con olivas negras. Medio de kilo de tomates y poco más.
Al salir el viento soplaba fuerte, me cerré la chaqueta y me puse a caminar hacia casa. Eran ya las once. Casi todas las semanas suelo comprar flores a una señora que me recuerda mucho a Benedita de Luhía cuando vendía repollos, lechugas, tomates, judías en la plaza en Ortigueira.
La versión lublinesa siempre está sentada en una caja de madera al abrigo de una cornisa de la calle principal; la Krakowskie przedmieście, lleva un polar de color rojo, manos de trabajar y una sonrisa polaca.
- Dzien dobry pani
- Dzien dobry
Le doy los buenos días, con la mano le señalo las flores que me gustan y le pregunto
-Ile to kosztuje?- ¿cuánto cuestan? Me dice que 4 PLN y me las llevo. Siempre la misma conversación.
Son flores de su jardín, a veces tiene unas de color lila que solo necesitan un par de horas para inundar de olor el salón.
Sin embargo hoy fui al mercado de las flores, así le llamamos nosotros pero he de decir que no sé cómo se llama realmente, aunque el nombre está bien puesto. Allí venden montones de flores en verano, otoño, invierno y en primavera, claro. Es muy frecuente ver por la calle a los chicos con una rosa, o un mini ramo de flores pequeñas tipo margaritas que llevan escondidas detrás para regarlarle a sus chicas.
Pero yo me las autoregalo y hoy no he elegido gerberas como suelo hacer, hoy mis ojos me llevaron a los claveles pequeños, clavelinas creo que se llaman ¿no? Habría que preguntarle a Evis, ella seguro que lo sabe. Todavía recuerdo los tremendos invernaderos que tenía llenos de flores al lado de su casa. Siempre me ha parecido un trabajo muy duro, este de "plantador" de flores, pero tan, tan agradecido.
Es maravilloso ver los colores que te regalan las flores, rojos, amarillos, naranjas, violetas, rosas, azules... es imposible no disfrutar solo con mirarlas, olerlas y sobre todo regalarlas.
Ya sabéis mis preferidas son las gerberas, no importa de qué color.
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