martes, 18 de marzo de 2014

Un río de recuerdos



A veces lo que hacemos habitualmente hace que nos pasen desapercibidos pero cuando prestamos un poquito de atención los recuerdos vuelven.



    Cuando íbamos a visitar a mi abuela, Carmen de José Antonio (por mi abuelo) dejábamos siempre el coche aparcado en la Pena, un montículo de piedra pegado a la pista que divide el lugar del Peago en Abaixo y Arriba. Por eso allí hay una Carmen de Abaixo y una Carmen de Arriba.
Mi abuela vivía en la parte de abajo de la carretera junto a la de sus cuñados, Carmen y Vicente.
Apago radio, saco las llaves me bajo y miro hacia el río...


Allí hace muchos años había un "alboio (alpendre)", un pequeño cobertizo donde Vicente limaba su genio contruyendo chalanas, donde nos escondíamos jugando al escondite las tardes de domingo, donde se hacía la "esfollada" a mediados de octubre.
Era un sitio especial.

Estaba hecho de cuatro ladrillos y unas uralitas.

Siempre había en él un esqueleto de madera. Primero el turno de las cuadernas, después las tablas, lo último, la pintura de colores.



Vicente era alto y delgado, con mucho carácter.  Recuerdo verlo rodeado de virutas, tablas, cepillos, trinchetas,... olía a madera, a aguarrás, a barniz.
Hacía chalanas; barquitas de madera que pintaba con esmero y luego botaba al río Mera primero, luego a la ría de Ortigueira desde O Lourido o desde La Pluma.  Para entretenerse salía a "botar unhas nasas" o a pescar. La reina de la ría era la "robaliza", la lubina de los cinco tenedores de ahora, pero también valían los "munxes", reos...
Ya quedan pocos Vicentes que pasen el tiempo haciendo chalanas, ahora lo que se lleva son los yates...









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