jueves, 26 de septiembre de 2013

É unha zoupona, bate en todos os lados

De siempre y de familia a mi me ha tocado el título de "zoupona".
Merecido desde niña y cada día que pasa noto que se va acentuando.

              Tengo un problema para calcular las distancias

O me paso o me quedo corta, bueno, casi siempre lo primero. En el último mes mi favorito han sido los marcos de las puertas y sobre todo, la mesita del salón... la muy HP está a la altura exacta para.... ay, que todavía me duele.


Pero el título de "zouponciña"; como me llama mi hermano no se consigue en unos meses...
!hay que currárselo! y a mi,
 me gustan los retos.

 
Era el examen de conducir de mi madre. En casa Jose y yo. Mi padre mirando de nosotros. Una bodega llena de andamios, placas de encofrado... mmm... cosas muy interesantes.
Y un tablón de tres metros apoyado sobre una altura de metro y algo.

- mira, ya estoy arriba-decía jose. En dos segundos había subido, ligero y rápido como un jatiño.
Ay madre, tengo que subir-eso pensaba mientras miraba al tablón- está muy alto, Rocío no subas, vas a caer- esa era mi cabeza que tenía miedo a sentir el suelo. Pero, desde cuándo el hermano pequeño le gana al mayor? Nunca, es algo que no se debe consentir, así que... pues si, habéis acertado, me fui al suelo al tercer paso, justo en el medio del tablón. Eso si, antes de pegarme contra el suelo me di con la esquina de una placa metálica de encofrar, en mi nariz.
Al principio me quedé paralizada pero luego empecé a sentir chorretones de sangre y más sangre que no dejaban de salir de la nariz. 


- Llama a papa 
- Papaaaaaaaaá, Rocío está sangrando por la nariz, se cayó cuando subía al tablón
(acusica)
- Pero ¿qué andades facendo? Non hai maneira de que paredes quietos. A ver déixame mirar.
Veña subide ao coche, vou pola cartilla e vamos ao centro médico.










De camino, cerca de la casa de Sesa recogimos a mi madre que venía de suspender el carnet de conducir con el famoso cura, examinador en sus ratos libres (en el siguiente post os contaré la historia de cómo se saca el carnet de conducir sin ganas, con un cura y con un R-OH de manzana en el cuerpo).

Mi madre se asustó muchísimo, pero al final todo quedó en un viaje de curva a la derecha, a la izquierda, a la derecha, izquierda, derecha, al hospital de Ferrol y casi un año sin poder poner jerseys con agujero de cabeza pequeña. Ya sabéis, como en el juego de niños que se hacía con la nariz: nonseiquén baixou e ao subir tropezou, seguro que os acordáis.
Todavía conservo una pequeña cicatriz de aquella caída. Otra cicatriz que tengo en la pierna izquierda fue del día que me caí del puente de Tallabraga al río. Si, ya lo sé, cómo carajo hice para caerme y lo más difícil cómo es que quedó la bicicleta arriba, derecha como un piruli. Menos mal que pasaba Jaime del Casón por allí en su vespino rojo y me ayudó a subir. Graciñas

Tengo más caídas interesantes, algunas provocadas como cuando jugábamos con la bici de cross de Jose y yo al
- venga, ahora te pones detrás en el sillín y yo hago un caballito- el hermano pequeño siempre servía de cojín...jijijijji

Otra vez que veníamos con mi abuela de comprar un regalito para el cumple de mi madre, a principios de octubre. Siempre comprábamos o un camisón, o unas zapatillas, o una bata... en la tienda de Carmiña de Barcón y en Marita después. Yo llevaba una bici de paseo y cuando estábamos llegando al Peago, la bolsa del camisón se enganchó con un radio de la rueda de delante, Jose no frenó, yo en el suelo y él pasándome por encima.
!vaya susto se llevó mi abuela! Yo solo podía decir... dejarme un ratito porfi. Era un estado de semiinconsciencia relajante...una sensación extraña.

Otra vez.. bueno, bueno, la super caída en el piso de arriba en la facultad pero no sé si contaróslo... es una pena que no haya vídeo del momento pero sería algo así como un baile de pre caída, pillo carrerilla para intentar pegarme con el marco de la puerta y, ya sabéis de mi predilección por los marcos... no?



Colaboración especial:





viernes, 20 de septiembre de 2013

Loros de Amor


 
Te quiero te adoro y si quieres te compro un loro, así empezaba una de las cartas de uno de mis "amores" en EGB.

Yo no entendía nada. ¿Un loro? ¿Para qué quería yo, un loro? . Otras veces ponía ¿quieres salir por mi? ni tan siquiera era con era por.... bueno venga, va... total no cambiada nada, ¿o si?




Siiii, lo cambiaba todo, porque te convertías en la novia de..., de Pablo del Viso, de Emilio de Ladrido, de Isma MB, de... y a los 9 te da verguenza, a los 12 todavía más, a los 16 te mola y lo aprovechas y a los 20, te das cuenta de que tenían razón, quieres el loro.

Todavía guardo alguna de estas joyitas.  
Mamá, no las busques!







Las primeras estaban escritas en hojas de papel de doble pauta y a medida que los años pasaban la pauta se convertía en cuadritos y cuando ya "eras mayor" eran folios blancos. 














Eso si, nunca podía faltar el color rojo, los corazones, los te quieros, los "te he echado de menos"...

[esto me suena a otro Pablo...arggg... no sé quién me habrá pegado esta canción]


Era inocencia en estado puro, atrevimiento poco; casi siempre delegaban el mal trago de darte la "cartita" en un amigo que muchas veces era mucho más mono que el bécquer.
Pero a ti te hacía tanta, tanta ilusión, aunque fuese pesadisimo, aunque fuesen siempre los mismos versos...te marchabas a casa en el bus de Nicasio con una sonrisa inmensa...pensando en el siguiente día.




Feliz día y a los que podáis, disfrutad de la Romaxe.

Muacks







martes, 17 de septiembre de 2013

Se alquisa un pilo


Durante la época de universidad viví en varios pisos de alquiler.
En todos siempre había "objetos" decorativos que el casero tenía a bien dejarnos para "adornar" la sobriedad de unos pisos en su mayoría viejos, muy viejos o del montón.

Cada piso tenía una historia y el ritual de ir a buscarlo estaba genial.

- Si, eso decíamos todos el primer año, después acababas hasta los cojones de buscar un puto piso en alguna zona en concreto; los Mallos esa era mi elección siempre.
Y acababas año tras año, por comodidad, porque conocías cómo roncaba tu vecino y la sintonía de su colchón, porque el puto osito de la vecina de enfrente al final solo se había ahogado una vez en la lavadora, porque ya te conocías todas las esquinas, los rotos de la puerta, los "cuidado" que puede romper... y la verdad... para qué cambiar.
Renovamos contrato señora Consuelo.

Cuando buscas piso por primera vez piensas en algo parecido a tu casa. Primer error, en tu casa están tus padres, y tu madre es muy ordenada con la ropa, la plancha, la lava... un piso de estudiantes sin ropa arrugada y sin platos por fregar... este el segundo error.

Un consejo: piensa que será tu casa durante años [según la fórmula: años piso=1/ f(horas estudio)] o muchos años.
 Será donde pasarás las mañanas después del after, las tardes de partiditas entre el Lenin de química física y el skoog de analítica, donde probarás las especialidades gastronómicas más sabrosas, grasientas y fritangosas que vendan en la sección de congelados del Día, será también el lugar donde repases los grandes descubridores de la química con Delia, Pablo y Lorena, donde los pelos de Diego escapen de sus piernas, donde siempre habrá un sofá para los invitados, será un lugar para probar sin testigos, etc. así que, es importante elegir bien.

Firmas el contrato por un año, gastos de agua y luz aparte y la comunidad está incluida. Perfecto.
El siguiente paso es imprescindible. Eliminar restos y rastros del curso anterior y deshacernos de esos objetos tan... en fin, el cajón elegido era el último del mueble del salón. Así que ese cajón se abría y cerraba una única vez durante el año. A veces los pisos te deparan sorpresas, en su mayoría del santoral como en el último, nos encontramos con una santa virgen del Rocío con escondite mariano incluido.


 

 Pero sin duda la experiencia más paranormal vivida fue en Ribadavia.

Pablo y yo buscábamos piso cerca de Leiro; trabajaríamos allí catando muestras de Vitis vinifera. Tortícolis en el cuello de ir mirando los carteles de "se alquisa un pilo". Por fin, llamámos al telefonillo y contesta una señora diciendo que es el piso del hijo pero que nos lo enseña y que está muy bien.

Pues allá vamos, subimos en un ascensor para 2, abre la puerta una señora difícil de definir. Al fondo su marido con la melodía codificada del Plus.
Pablo y yo nos cruzamos la mirada, ¡qué modernos estos dos no?
- El piso es el cuarto
El ascensor para dos con la señora y se abre la puerta. Un piso enorme, un pasillo de resplandor sin niña, eso creo, una suciedad como para hacer allí la fiesta del agua de Vilagarcía y 2 baños. Uno de ellos tenía el techo caído, si, si, un agujero enorme.

- eh, pero ¿el agujero lo arregláis? preguntamos ingenuamente. La verdad es que era muy difícil no echarse a reir y escapar sin mirar atrás
- ah, no os preocupéis eso no es nada.. casi no se ve.
Casi no se ve decía la mujer.. pero señora, cabe todo el baño en ese agujero negro. Sería buena idea llamar a Iker para que investigase el tremendo caso del agujero negro de Ribadavia.



En Lublin me ha ocurrido lo mismo, le había pedido alguna planta al
casero, para decorar porque estaba pelado de todo, y si, me trajo alguna y muchos jarrones y  una especie de cristal soplado con formas imposibles que todavía no he encontrado utilidad. Lo peor, no tengo segundo cajón en el salón, así que están repartidos por toda la casa, incluido una figura que tenía unas letras en alemán que nunca me paré a traducir. Maite me dijo que era, Rdo. de primera comunión.

Definitivamente es bueno tener un segundo cajón o mejor un  piso en alquiler para deshacerse de las figuritas varias que vamos consiguiendo en la comunión "Rdo. de tu primera comunión", en los cumpleaños, "Feliz cumpleaños", en las bodas; Isa y Manu 15-07-2001, en los viajes los "estuve en..y me acordé de ti", los regalos de jarrones chinos sin dinastía, los santos; Pancracio, Judas, Lourdes...




Y vosotros, ¿qué guardáis en el segundo cajón en el salón?





martes, 3 de septiembre de 2013

Clavelitos, clavelitos... clavelitos de mi corazón


Cerré la taquilla 282, puse la chaqueta y antes de salir del Centro Comercial donde voy todos los días a caminar un ratillo en la máquina trotadora, así le llama Andrea una chilena ahora polaca como yo, pasé por el supermercado. La compra de hoy era rápida, un poco de pan, aquí casi siempre llevan semillas de lino, de calabaza, de amapola. Me compré dos bollos pequeños con olivas negras. Medio de kilo de tomates y poco más.

Al salir el viento soplaba fuerte, me cerré la chaqueta y me puse a caminar hacia casa. Eran ya las once. Casi todas las semanas suelo comprar flores a una señora que me recuerda mucho a Benedita de Luhía cuando vendía repollos, lechugas, tomates, judías en la plaza en Ortigueira.


La versión lublinesa siempre está sentada en una caja de madera al abrigo de una cornisa de la calle principal; la Krakowskie przedmieście, lleva un polar de color rojo, manos de trabajar y una sonrisa polaca.
- Dzien dobry pani
- Dzien dobry
Le doy los buenos días, con la mano le señalo las flores que me gustan y le pregunto
-Ile to kosztuje?- ¿cuánto cuestan? Me dice que 4 PLN y me las llevo. Siempre la misma conversación.
Son flores de su jardín, a veces tiene unas de color lila que solo necesitan un par de horas para inundar de olor el salón.


Otras veces tiene unas que me recuerdan mucho a la Rozabella, esas rojizas que hay por todas partes con forma de trompetillas. (Estas me hacen acordarme de otras más grandes que cuando las metías en la boca tenían sabor dulce. Jose y yo siempre nos peleábamos por ellas cuando íbamos a coger el bus al Viñán porque solamente había un sitio donde crecían,cerca de la casa de José Antonio y Pina)

Sin embargo hoy fui al mercado de las flores, así le llamamos nosotros pero he de decir que no sé cómo se llama realmente, aunque el nombre está bien puesto. Allí venden montones de flores en verano, otoño, invierno y en primavera, claro. Es muy frecuente ver por la calle a los chicos con una rosa, o un mini ramo de flores pequeñas tipo margaritas que llevan escondidas detrás para regarlarle a sus chicas.

Pero yo me las autoregalo y hoy no he elegido gerberas como suelo hacer, hoy mis ojos me llevaron a los claveles pequeños, clavelinas creo que se llaman ¿no? Habría que preguntarle a Evis, ella seguro que lo sabe. Todavía recuerdo los tremendos invernaderos que tenía llenos de flores al lado de su casa. Siempre me ha parecido un trabajo muy duro, este de "plantador" de flores, pero tan, tan agradecido.
Es maravilloso ver los colores que te regalan las flores, rojos, amarillos, naranjas, violetas, rosas, azules... es imposible no disfrutar solo con mirarlas, olerlas y sobre todo regalarlas.

Ya sabéis mis preferidas son las gerberas, no importa de qué color.


lunes, 2 de septiembre de 2013

El primero de todos


Hay muchos primeros días, el primer día que dices mamá, el primero que dices papá un mes después, el primer día de "parvulitos", el primero en subir al triciclo sin caerte, el primer día que dices te quiero.
Después de un primer día siempre hay muchas veces pero el primero es único siempre. Como el primer día del cole.

Mi primer día. El colegio todavía era Álferez Provisional.
El primer día de primero de EGB es distinto al primero de segundo, de tercero, al del instituto, al de la universidad porque es el primero de todos.

Muchas preguntas: ¿Cómo será? ¿Cuántas niñas habrá? ¿Me gustará? ¿Los profes reñirán mucho? ¿Con quién me sentarán?
Pocas respuestas: Vas a conocer a muchos niños y niñas como tú. Vas a aprender muchas cosas. Lo vas a pasar muy bien. Irás en bus todos los días (los mayores mirarán de ti)

Mi madre me levantó temprano y me llevó al colegio. El primer día siempre era así. Me había vestido con ropa nueva, siempre era así, también.
Llevaba una cartera con algunos lápices de madera; los Alpino de colores, la caja pequeña de ceras plastidecor, una libreta y, TODOS los libros, esto también siempre era así (con los años acababas llevando un BIC azul y pedías un folio al que tenías al lado).



Cuando llegamos a la puerta del colegio, todo parecía enorme y había muchos niños y niñas con sus mamás. Muchos estaban jugando, se conocían de hacer fichas y jugar con plastilina en el edificio de al lado. Yo casi no conocía a nadie, Ramón, Ricardo y a mis primos Alberto y Victor...poco más. Mi madre se puso a hablar con otras madres, alguno niños lloraban. Yo no. Yo tenía muchas ganas de empezar y de conocer a más niñas.
Nos pusimos en fila según decían los apellidos y el nombre. A mi me tocó detrás de Ana Isabel del Viso, mi primera amiga de primero. Me había llamado la atención su pelo, tenía unos rizos dorados preciosos y largos hasta casi la cintura. Además era muy dicharachera.Me recordaba a Candy Candy. Sabía que me iba a llevar muy bien con ella, y así fue.


 Recuerdo también que en mi clase estaba Pablo del Viso, una niña que comía tiza (de esas cuadradas que manchaban más que escribían), Ismael mi eterno hermano de apellido, Andrés el heavy casi desde primero, Ángel de Carmiña, Verónica de Ladrido. A estos los habíamos elegido como delegados de clase. Delegado y subdelegado y les llamábamos: Delegado macarrón y subdelegada macarrona. 

Como todos los niños, "culo veo, culo quiero". Ana tenía una caja de ceras de 24 colores, si, 24. La mía solamente tenía 10 y uno era el blanco, así que me las ingeniaba para hacer mezclas y enseñarle el color final.

- Mira, este color no lo tienes, chincha
- A ver... es verdad. Enséñamelo
- uy, no puedo...

En aquellos días, daría algo por una caja de 24 plastidecores.

Y en primero aparecío mi primer pretendiente, casi desde el principio. Pablo. (Otro de mis pablos). A mi me daba mucha verguenza las cosas que me decía, siempre me hacía poner roja. Un día se le cayó la goma Milán blanca debajo de mi pupitre, justo detrás de él y la profesora le preguntó qué hacía levantándose de la silla y el le dijo:
- Levanteime a coller a miña goma que lle foi ver as pernas a Rocío
Qué horror, me puse colorada, casi para explotar... por qué era tan malo ese niño conmigo! Ahora lo recuerdo con cariño! y ya no me pongo colorada...pero desde aquel día nunca quería llevar falda a clase...jajaja

Aprendí desde primero que a veces hay diferencias injustificadas. En clase había dos pizarras, la de los listos y la de los burros. Así nos explicaba la profesora. No entendía por qué aquella diferencia, algunos de mis amigos estaban mirando para el otro encerado. Menos mal que duró solamente uno o dos años esa distinción. Pero seguro que alguno de vosotros lo recordáis?

Tampoco en  mi primer día nadie me dijo que me iban a castigar montones de veces por hablar con Verónica.
 - Rocío, Verónica es la última vez que os aviso nos gritaba la profesora. La próxima os castigo al final de la clase mirando para la pared.


 Nunca hacíamos caso. Nos sentábamos juntas siempre, para hablar. Y cuando nos separaban nos mandábamos notas de papel hasta que nos separaba una puerta marrón oscuro tipo abanico (seguro que si pensáis un segundo en el colegio, sabréis de cuál os estoy hablando, eran aquellas que abrían las clases, el salón de actos, el comedor, todo), o nos ponían en el pasillo una en cada esquina mientras duraba el recreo.



Qué verguenza! Recuerdo que jugábamos a resbalarnos en la pared y cuando sonaba el timbre nos poníamos en pie y nos tapábamos con los abrigos. El mío era azul klein (ese tan de moda ahora) de "borreguito" por dentro. Comprado en Alcampo.

Sin embargo lo que recuerdo de forma más tierna fue el primero de mi hermano. Yo ya estaba en el patio de arriba, ya era mayor. Iba en tercero.
- Vai ver cómo está Jose cando sexa o recreo- me había avisado mi madre y así lo hice.
Lo ví en la columna del medio, una de las que da al patio, estaba apoyado esperándome. En cuanto me vio me abrazó tan fuerte, tan fuerte que todavía lo puedo notar.... me necesitaba, me quería y no me soltaba las piernas que era a donde podía llegar aquel pequeñajo.


Mi primer día de cole no lloré, pero casi lloro con el primero de mi hermano.


Primer Día-Julieta Venegas